Honor a quién honor merece
El tiempo pasa volando y ahora, cuándo miro atrás, trato de recordar el primer momento en el que conocí a David, y aunque no logro recordar exactamente ese primer encuentro, me vienen a la mente cientos de recuerdos. Creo que conocí a David en el primer Memorial Santi Silvas, en Olot, en 2009, coincidiendo también con la primera vez en mi vida que vi tenis en silla de ruedas. Antes de esa fecha, yo no conocía este increíble deporte.
Recuerdo sentirme tan abrumada por lo que estaba viendo, que me comprometí a mí misma que siempre que pudiera, en la medida de lo posible, aportaría mi granito de arena a esta modalidad. En mi inquietud y ganas de aprender, leí el libro de David sobre tenis en silla de ruedas, y de todos los que he leído, sigo pensando que es el mejor.
Desde 2009, hemos hecho muchas cosas juntos; comenzamos en Valencia un torneo formato exhibición que luego reconvertimos en el Master Nacional de Tenis en Silla de Ruedas Masculino, que se jugó en Valencia hasta 2015 y desde 2016 se juega en Barcelona. Durante la época del Andalucia Tennis Experience en Marbella, aprovechamos también para poder organizar el Master Nacional de Tenis en Silla de Ruedas Femenino, dándoles a las jugadoras la oportunidad de tener, por primera vez en España, un torneo solo para ellas.
Sin David, yo hoy no estaría vinculada al tenis en silla de ruedas. Y me atrevo a decir que muchos jugadores, técnicos, entrenadores y organizadores tampoco lo estarían. David es el alma y el corazón de este deporte en España. David es quién, con su humildad, su sabiduría infinita, su tranquilidad y su paciencia, ha logrado unirnos a todos y hacer de este deporte algo mucho más grande de lo que podríamos imaginar.
La vida da giros inesperados, la vida a veces es dura y cruel. Y David ahora necesita un cambio. Necesita salir de lo que conoce para poder sanar.
Hace semanas, cuando lo hablamos por teléfono, me sentí abrumada por la emoción. Y hoy, cuando leí su carta, nuevamente las lágrimas me han visitado. Y solo me viene un pensamiento a la mente, que se repite, una y otra vez: honor a quién honor merece.
Y de mi parte, David lo merece todo. Siempre me faltarán palabras para expresar cuánto le admiro.
Y ahora, más que nunca, todo lo que yo haga por el tenis en silla de ruedas, cada vez que aporte mi granito de arena en este increíble mundo que creó y unió David, lo haré siempre en su honor. Porque honor a quién honor merece. Y vuelvo a repetir, David lo merece todo.